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Volando van

Los “pajareros” lo tienen clarísimo: la Sierra de Espadán es vital en su circuito. ¿Qué necesitamos saber para aprovechar mejor el turismo ornitológico en la zona?

Si hay una actividad que compagina el respeto a la naturaleza con el amor a sus criaturas, esa es el avistamiento de animales en su propio hábitat. En este sentido, el birdwatching, la observación de aves, gana cada día más adeptos. 

La Sierra de Espadán lo tiene todo para encantar a los aficionados a esta práctica. Designada Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Conservación (ZEC), alberga poblaciones nidificantes de 22 especies de aves, entre ellas, el águila-azor perdicera, el águila real, el alimoche común, el buitre leonado, el alcaraván común, el halcón peregrino, la curruca rabilarga, el martín pescador o la chotacabras gris. 

Impresiona leer el “inventario” de su fauna vertebrada –hay registradas hasta 172 especies, entre ellas, 110 aves–, lo que explica la predilección de tantos aficionados a la avifauna por este espacio natural. En línea con esos datos, el Grupo Au de Ornitología de Castellón realizó una maratón ornitológica en 2020, en la que llegó a documentar hasta 115 especies de aves en las localidades que conforman la Mancomunidad Espadán-Mijares y sus alrededores. 

Siempre respetuosos con el medio ambiente, los “pajareros” aguardan pacientes a que sobrevuele un águila perdicera, en peligro de extinción, o un azor, y ponen nombre a las especies de menor tamaño que se cruzan en su camino, como el arrendajo, el trepador azul, el petirrojo, el torcecuello o el pinzón, abundantes en esta Sierra. A su vez, el cárabo, el búho chico y el búho real son los reyes de la noche (y, aunque algunos les tengan pánico, el parque hospeda también varias especies de murciélagos, algunas en peligro de extinción). 

La mejor época para el avistamiento de aves en la Sierra es la primavera y el verano, y el mejor momento, el amanecer, cuando salen a buscar el alimento. Para practicar el birdwatching, no hacen falta más que curiosidad, respeto, temple y, si es posible, unos buenos prismáticos. 

En función de la época del año, ropa ligera o de abrigo, calzado cómodo en cualquiera de los casos, protección solar, un bocadillo, agua y la sempiterna guía de campo. Tratándose de un Parque Natural, hay que subrayar que la visita de grupos está regulada para asegurar la calidad de la experiencia y la conservación del medio natural. 

Al acto de mirar lo acompaña, aquí, la gimnasia de escuchar y, desde luego, nada mejor que empezar de pequeñitos para interpretar los sonidos de la naturaleza. ¡Las familias que miran aves unidas… permanecen unidas! 

Hay varios puntos óptimos para la observación de rapaces migratorias, por ejemplo, el Alto del Pinar, en Torralba del Pinar, la cima de El Turio, entre Fanzara y Espadilla, en la comarca del Alto Mijares, o elevaciones como el castillo de Villamalur y otras fortalezas. 

Gracias a su privilegiada situación geográfica, entre las dos principales rutas migratorias de aves en Europa –a saber, la del Atlántico Este y la del Mar Negro y Mediterráneo–, la Comunidad Valenciana resulta tan recomendable para la práctica del birdwatching, lo que beneficia a todos los municipios de la Mancomunidad Espadán-Mijares. De modo que no lo penséis más y volad hasta aquí para sentir el aleteo de la naturaleza. ¡Os va a encantar! 

Sierra de Espadán

 

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