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Qué hacer en cada época del año

La Mancomunidad Espadán-Mijares está “abierta” los 365 días del año. No hay estacionalidad que valga y todos los días del calendario figuran marcados en rojo.

El visitante que llega a estos pagos, en el suroeste de la provincia de Castellón, parte de una certeza: aquí, el aburrimiento está vedado. A la intensidad del verano y sus actividades de ocio le sucede un otoño para redescubrir los colores de sus paisajes; a este, un invierno para gozar de la buena mesa y la tranquilidad del entorno; y, cerrando el círculo, una primavera que invita a explorar con los ojos de un niño la riqueza del Parque Natural de la Sierra de Espadán y el río Mijares y celebrar, por todo lo alto, el Día de la Mancomunidad.

Lo mejor es su dinamismo, su fe renovada en el futuro. Sus quince municipios no paran quietos: miran lo que hay, se preguntan lo que les falta y se ponen manos a la obra para extraer todo su potencial al territorio, siempre con una voluntad y una mirada innovadoras.

De este modo, el calendario nunca se cierra y cada temporada toca ponerse de tiros largos para dar la bienvenida a una nueva intervención. A la vuelta del verano, sin ir más lejos, la rueda seguirá girando con dos flamantes senderos familiares en Aín y Villamalur y una vía ferrata en Ayódar, que se incorporarán al paisaje como si siempre hubieran estado ahí. El plato estrella del menú se servirá, previsiblemente, en 2022: un circuito multiaventura en altura en Ribesalbes, principal inversión del segundo plan trienal de dinamización y gobernanza turística.

Todos estos proyectos dicen mucho de lo que realmente mueve a la Mancomunidad Espadán-Mijares, que se podría resumir en un solo verbo: “DAR”. Veamos, pues, lo que nosotros recibiremos en verano, otoño, invierno y primavera.

VERANO

El verano es el mejor momento para la práctica del turismo activo en la Mancomunidad Espadán-Mijares. Solos o de la mano de las empresas que operan en la zona (Sargantana Aventura, Viu Natura, Itinerantur y Nucs), podemos dar rienda suelta a nuestras pasiones más refrescantes.

El embalse de Sitjar, en Ribesalbes, es ideal para salir en kayak, practicar paddle surf, nadar o, sencillamente, pasar el día en su zona de merenderos, entre los pinos. ¿Y qué me decís del Río Chico, en Ayódar? ¿No os daríais un buen chapuzón en agosto?

El barranquismo no entiende de fechas, pero en verano presenta menos riesgos y, para la mayoría, resulta más grato. Aunque en algún caso, como en el barranco de La Covatilla –en el interior de una cueva de Aín–, el acceso está prohibido en esta época, en el resto la estampa de esos atletas enfundados en sus trajes de neopreno es harto frecuente en la estación estival, y más desde que en 2020 se equiparan barrancos en todos los municipios de la Mancomunidad.

Aquí van unas cuantas recomendaciones. El del Alcornocal, en la ruta de Benitandús a Veo, es un barranco abierto formado por la erosión del agua sobre arenisca, en medio de un gran bosque de alcornoques. La altura del rápel más largo en el Salto de los Perros, Alcudia de Veo, alcanza los 18 metros, y hasta 25 llega el Buitrero, en Argelita, que descenderemos mejor en época de lluvias. También en Argelita se encuentra el barranco Espadón, tan vertical que parece un rascacielos, o el de Quiles, de 320 metros de recorrido, con paredes de alta roca caliza. Hay muchos más: el del Manzano, que finaliza en el río Villahermosa, el del Azud, en Ayódar, el del Turio, en Fanzara, el del Catalán, en Fuentes de Ayódar, el de Carboneras, que se abre paso a los pies de Peña Saganta… Y suma y sigue, porque la Mancomunidad Espadán-Mijares es sinónimo de barranco, rápel, cuerdas semiestáticas y, en definitiva, de diversión.

Y ya metidos en harina, ¿qué tal si abandonamos la tumbona de la playa y nos acercamos a la Cueva del Toro, en Alcudia de Veo, para echar el día aprendiendo los secretos de la espeleología acuática? La ruta, en grupos de siete personas y siempre con la garantía de los mejores profesionales, nos muestra las entrañas de la Tierra como nunca antes las hemos visto.

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OTOÑO

Sin duda, el plato fuerte de este territorio es el senderismo, ¿y qué mejor época para echarse a andar que el otoño?

Las rutas proliferan sobre el mapa, hasta el punto de que no sabremos ni por dónde empezar. El GR-333 Mancomunidad Espadán-Mijares, una ruta circular que abraza los quince municipios de la Mancomunidad, es irresistible en esta época. En sus quince etapas, no solo conoceremos el corazón de sus pueblos, sino que nos perderemos por sus bosques de alcornoques –el ecosistema más representativo de la zona–, pinos rodenos y hasta castaños (hay una ruta estupenda en el entorno del despoblado de Jinquer, tomad nota).

A su vez, el GR-36 Trans Espadá cruza el Parque Natural de la Sierra de Espadán, entre Vilavella y Montanejos, a lo largo de 66,6 km, pasando por las localidades de Aín, Veo, Alcudia de Veo y Torralba del Pinar.

Durante estas excursiones, quizá nos topemos con unas curiosas construcciones, las neveras o “pous de neu”, típicas de la comarca de la Plana Baixa. A los pies del Pic Espadá, se encuentra, por ejemplo, la nevera de Algimia; en la cabecera del barranco de L’Oret, en Aín, el pozo de L’Oret; y, en Villamalur, la nevera de los Cuatro Caminos, catalogada como Bien de Relevancia Local. Otra forma, y bien amena, de conocer los oficios del pasado que distinguen a esta Mancomunidad.

El fresquito del otoño nos impulsa también a escudriñar otro de los tesoros más satisfactorios de la Mancomunidad: sus vías ferratas. Recientemente equipadas o reacondicionadas, podemos ponernos a prueba en tres de ellas, que escogeremos en función de nuestras capacidades (y permaneced atentos a vuestras pantallas, que muy pronto estrenaremos la cuarta, en Ayódar).

La más llevadera es la de Benitandús, en Alcudia de Veo, con un desnivel de 30 metros y un recorrido equipado de 50. ¿La recompensa? Las impresionantes vistas de Los Órganos y el embalse de Benitandús a nuestros pies. De dificultad media se considera la vía ferrata de La Piqueta, en Espadilla, con un desnivel de 85 metros y un recorrido equipado de 95. Todas las precauciones son pocas para salvar sus desplomes, que requerirán nuestra habilidad para los apoyos naturales. Y, finalmente, la del Ponts, en Argelita, toda una vía ferrata K4, esto es, de dificultad alta. Desde los primeros pasos, con una rigurosa placa extraplomada, sus distintos tramos sacarán lo mejor de nosotros mismos, con peldaños y agarres naturales que medirán nuestra resistencia física… y psicológica, siempre protegidos, claro está, por nuestro cable de vida. La verticalidad hace que el esfuerzo merezca la pena y, bien mirado, sus desplomes tampoco son tan acusados, así que, si os motiva el tema, animaos, que en una hora la tenéis hecha.

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INVIERNO

Los inviernos aquí son bastante templados, y la vida muy tranquila. Para los urbanitas que aman sinceramente la Naturaleza y, por cuestiones de trabajo, tienen que soñar con ella desde la distancia, esta es la mejor época para detener el reloj y hacer una escapada.

Si buscamos un alojamiento rural que se adapte a nuestras necesidades, lo vamos a encontrar –y, además, con ofertas inmejorables–; y si, por el contrario, preferimos viajar con la casa a cuestas, podemos aparcar en la zona de autocaravanas de Sueras, junto al albergue municipal Pla del Riu.

Sea cual sea nuestra opción final, la soledad y la autenticidad de estos parajes nos convencerán para repetir en esta época del año. Por supuesto, podemos explorar el Parque Natural Sierra de Espadán a nuestras anchas y recibir cumplida información de sus itinerarios y características en su Centro de Visitantes, en Eslida.

Recientemente, el proyecto ViaLynx ha puesto los ojos en esta Sierra para la posible reintroducción del lince ibérico. ¿Quién sabe si muy pronto lo avistaremos en su época de celo, entre los meses de diciembre y enero? ¡El tiempo lo dirá!

Finalmente, sentados a la mesa de sus restaurantes, entraremos en calor con su contundente cocina de caza –jabalí, tordo…–, sus ollas de cardo y col, sus pucheros, sus chuletas y morcillas de cebolla... Tras los postres, como no podía ser de otra manera, nos meteremos entre pecho y espalda un brebaje de ron, café, canela en rama, azúcar y piel de limón, o sea, un “cremaet” o carajillo, patrimonio gastronómico de Castellón.

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PRIMAVERA

Hemos dejado para el final –o para el principio, según se mire– el circuito BTT que une los quince municipios de la Mancomunidad por pistas forestales, senderos y caminos empedrados. De esta forma, nos ahorraremos el calor del verano y disfrutaremos del paisaje floral en todo su esplendor. ¿Qué más podemos pedir que pedalear entre cerezos en flor o hacer un alto en el camino para sacar los prismáticos y observar pájaros?

Trazar una ruta por los restos de los castillos musulmanes que salpican estas comarcas; rastrear, en alguno de nuestros senderos, los molinos de harina que singularizan su arquitectura popular; o cultivarnos en sus museos son algunas de las propuestas que os lanzamos para esta época del año.

Si nos adentramos en el Parque Natural Sierra de Espadán, la microrreserva floral de El Tajar, en Torralba del Pinar, resulta una opción muy apetecible en esta época. Con sus 8,60 hectáreas, este bosque comunal fue en otro tiempo una reserva de carbón que servía a los municipios de La Plana y de Segorbe.

Por último, no hay que olvidar que a finales de la primavera, normalmente la primera semana de junio, la Mancomunidad Espadán-Mijares celebra su día grande. Si hacemos por ir en esas fechas, el ocio más animado (ferias, exposiciones…) y el mantel más sabroso están más que asegurados.

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